Pero, ¿por qué no hacer que la evaluación sea práctica y divertida y no solo un examen escrito?
Si hiciéramos un aprendizaje basado en proyectos y evaluásemos a nuestros alumnos en cuestiones prácticas y según su desarrollo durante el proceso, tomarían mucho más interés, se darían cuenta de que el esfuerzo que hacen es recompensado con una mejora cada vez mayor.
Nuestra meta como maestros es guiar al alumno, darle opciones para que siga aprendiendo hasta que logremos que lo hagan de manera autónoma. Hay que dejar atrás los exámenes escritos aprobados a base de memorizar palabras a las que no encuentran sentido, llega la hora de aprender a aprender cosas que nos sirvan en la vida real.
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